domingo, 20 de octubre de 2013

Los que me conocen bien saben que para mí el cumpleaños de una persona es uno de los eventos más importantes del año. Ese día no celebramos a un prócer, a una nación, a un título, o a un santo, sino que nos celebramos nosotros mismos. Es NUESTRO día.


Tengo casi todos los cumpleaños de mis conocidos en mi agenda personal, y saludo cuando corresponde sin depender de ninguna red social que me avise (o me mienta). Mis saludos llegaban por carta (en el siglo pasado), llamados, mensajes en Facebook, mails o cualquier medio de comunicación vigente. Aún en los casos que se me escapa una fecha por olvido o por disponer de poco tiempo, hago llegar los correspondientes saludos aunque sea un poco tarde.


Mis festejos también suelen tener cierta particularidad (aunque los años anteriores vengo un poco flojo con ese tema). Como contraposición a todo esto resulta que no soy muy tortero, y si bien prefiero lo dulce por sobre lo salado, no me convencen mucho las tortas con mucha pompa (aunque tengo el recuerdo de las tortas de cumpleaños que nos adornaba mi vieja, unas terribles tortas se mandaba); a mí con un bizcochuelo clásico, a lo sumo con dulce de leche, me alcanza. Y también soy reacio a recibir y dar regalos, motivo por el cual también soy muy malo eligiendo qué regalar a los demás cuando me toca. Así que si te invito a mi cumpleaños, lo mejor que me podés regalar es algo para comer o tomar.

Cuestión que hace unos años, inspirado en un compañero de trabajo, decidí poner a prueba a mis contactos de Facebook, modificando mi fecha de nacimiento y viendo qué hacía la gente. Los resultados fueron contundentes, recibí un centenar de saludos. No recuerdo luego qué pasó el día que sí era, pero los saludos fueron muchos menos.

Repetí el experimento un par de años. Incluso una vez, cegado por la ambición e incitado por un amigo que me dio la idea, cambié la fecha 2 veces en el mismo mes, y nuevamente recibí una gran cantidad de saludos. Incluso gente que me había saludado la primera vez, volvió a hacerlo 2 semanas después, sin siquiera preguntar cuál era la fecha correcta. Y es más gracioso cuando te llegan mensajes de texto al celular, porque la gente se lo toma tan en serio, que quieren salir de la informalidad de Facebook, y te mandan un re-saludo, o te llaman. Y aunque parezca irónico, los últimos 4 dígitos de mi teléfono celular son mi fecha de cumpleaños, casi todos lo saben, y ni siquiera así se avivan.




El 99% de mis contactos de Facebook son conocidos, algunos más, otros menos, y por supuesto no tienen por qué saber cuándo cumplo años. Este experimento me permitió divertirme bastante, y rerereconfirmar ciertas conductas de la gente que siempre recrimino, referidas al manejo de la información que circula por Internet y que nadie se toma el trabajo de verificar. En otro orden de cosas, también fue notoria la separación de los diversos grupos de personas que de alguna u otra forma ya tenía identificados:

  • Los que saben la fecha, se dividen en:
    • los que te hacen la segunda en la joda
    • los que te quieren cagar el chiste
    • los que se quedan en el molde
    • los que, ante el aluvión de saludos, dudan y consultan en privado
  • Los que no saben la fecha, se dividen en:
    • los que no te conocen bien entonces no tienen por qué saber la fecha
    • los que ni te saludan por la calle y ese día te dejan saludos
    • los que te dicen que te quieren mucho o que son grandes amigos
    • los que recibieron el aviso de Facebook y se suman al montón
    • los que son unos colgados irrecuperables

Este debe ser el 3er o 4to año donde la broma se repite, y todavía hay gente que cae. Deberían, al menos, dudarlo. O hacer como en el cuento de "Juanito y el lobo". Además hay dos particularidades que dejo al descubierto a propósito: mi fecha de cumpleaños no está visible en Facebook, salvo cuando es el momento de hacer la broma; mi biografía no permite comentarios de otras personas, salvo cuando lo habilito para que dejen sus saludos.

En particular este año consideré que la broma ya estaba quemada, y no pensaba repetirla. Pero Facebook, después de tantos cambios de fechas, duda de mi persona y ya no me deja modificarla, así que figura un día que no es. Y aunque no aparezca públicamente, si uno no se toma el trabajo de configurar las notificaciones por mail (casi nadie lo hace) te llega un aviso que dice "Esta semana es el cumpleaños de Leandro". Así que me vi "obligado" a habilitar mi muro para que puedan despacharse tranquilamente.

Así que están todos perdonados por su error, jejeje, y no me maten por abusar de su buena voluntad.

¡Feliz no cumpleaños para mí!

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